Hasta hace unos años el entorno empresarial posibilitaba que las empresas pudieran desarrollarse con estrategias tradicionales y modelos de gestión basados en la continuidad y en previsiones a largo plazo. Sin embargo, los retos que presenta el mercado actual bajo un ambiente dinámico y cambiante, exige a las organizaciones diferenciarse y aportar valor, a través de sus productos y su continua innovación, pero principalmente a través de su equipo humano.

Son las personas quienes constituyen el alma de las organizaciones, porque son los responsables de transmitir su filosofía, valores y rasgos de identidad ante el cliente. Es fundamental, por lo tanto, que compartan estos valores, que se sientan identificados con el propósito corporativo, que su imagen y comunicación esté alineadas al estilo que busca proyectar la empresa, y que el nivel de engagement sea el reflejo de sus acciones.